lunes, 25 de junio de 2012

ANOCHECER EN HALONG


Halong es el lugar más hermoso que conozco. Durante el día su belleza espectacular se diluye en el trajín ruidoso de los barcos turísticos,  los arrecifes de coral, sus manglares, sus lagunas escondidas y sus sucios pueblos flotantes.
Pero el atardecer es de una belleza fascinante, sin igual. Un lugar mágico, encantador, deslumbrante. Cuando el sol cae sobre el mar, se refleja en las calmadas aguas de la bahía, que se tiñen de color púrpura y el mar verde esmeralda se transforma en un juego de rosas y naranjas.
El tiempo parece detenerse, la calma se apodera del lugar. La inmovilidad de las aguas solo se ve rota por alguna gaviota despistada que se lanza en picado sobre un pez, dejando en el agua aros concéntricos que se multiplican hasta el infinito.
       
 En el horizonte, el sol se oculta tras una nube, dejando a contraluz la hermosura de unos islotes con ribetes dorados. Imágenes de sombras y luces, en un anochecer de fuego, que dora las aguas del mar de la China.
Envuelto en silencio, dibujando en el horizonte una línea de altos peñascos, el sol anaranjado se apaga en el espejo de jade de la bahía. Parece imposible que la naturaleza haya creado tanta belleza.

Son imágenes de una nostalgia infinita, que traen a nuestra memoria vidas ya vividas, sueños ya soñados. Olvidos ya olvidados...

Mientras las aguas duermen, desde la cubierta, navegando bajo un cielo cubierto de estrellas,  sentimos que si Dios existe,  está allí.

domingo, 17 de junio de 2012

PERLAS


Las perlas son las gemas antiguas más conocidas. Son un símbolo lunar ligado al agua y a la mujer.
Según una antigua leyenda los cuatro elementos de la naturaleza quisieron hacer un regalo a Dios, así el aire le dio el arco iris, el fuego le regaló un meteoro, la tierra le dio un rubí y el mar le dio una perla. Con el arco iris el dios formó una aureola a su alrededor, el meteoro le sirvió de lámpara, con el rubí decoró su frente, pero la perla la colocó sobre su corazón.

 
En la antigua India creían que las ostras salían del fondo del mar durante la primavera para recibir gotas del rocío celestial, gotas de rocío llenas de luz de luna, que con el paso del tiempo se convertían en perlas.
Los hindúes atribuyen el descubrimiento de la primera perla al dios Krisna, quien deslumbrado por su belleza y considerándola un buen augurio, se la entregó a su hija como regalo de boda; desde entonces en la India utilizar perlas el día de la boda es signo de buena suerte.
Para los budistas el tercer ojo de Buda es una perla.
Para los persas  las perlas son las lágrimas de los dioses.



En algunas zonas del Tíbet creían que las perlas eran la luz de la luna petrificada en el agua.
En algunas provincias de India, Borneo y Laos, las familias poderosas llenaban de perlas la boca de los muertos.
En China son símbolo de inmortalidad, se introducían en las aberturas de los cadáveres porque se creían que impedían la descomposición. También las utilizaban con fines medicinales para curar los males que afectaban al ojo.
Los chinos creían que la tormenta fecundaba las ostras y en ella nacía la perla, de la unión entre el agua del mar y la luz de la luna.
En algunas zonas de Japón se explica el nacimiento de la perla como fruto del rayo que penetra en la ostra, por lo que sería la unión entre el fuego y el agua.


En la mitología greco-latina se dice que las primeras perlas fueron las lágrimas de alegría de Afrodita, la diosa del amor y de la fertilidad.
En España se cree que llevar perlas el día de la boda trae mala suerte a la novia, porque simbolizan lágrimas y que por tanto la novia llorará mucho durante ese matrimonio.
En el cristianismo la perla representa el alma humana. En el glosario del simbolismo gnóstico "la perla" es una de las metáforas más usadas para el alma, en un sentido sobrenatural, aludiendo al hecho de que la perla está encerrada en una concha y oculta en las profundidades.
 El alma recibe el tratamiento de perla cuando se quiere recordar su origen y también para enfatizar su valor.
 "Una vez que hayas roto la concha, morir será como la perla"
      La perla es la más misteriosa y sorprendente de todas las joyas y piedras preciosas. Es la personificación de la feminidad y el más bello de todos los regalos del mar.
      Si el diamante es el rey de las piedras preciosas, la perla es la reina.

sábado, 9 de junio de 2012

NÓN LÁ " EL SOMBRERO VIETNAMITA"



    Nón lá en español significa "sombrero cónico" y es junto al ao-dai , el traje vietnamita, uno de los símbolos más notorios y visibles de Vietnam.

      Se caracteriza por cubrir buena parte del rostro, es un excelente protector solar y sirve también de paraguas  contra el chinchín de la pegajosa lluvia del trópico de Indochina. Está confeccionado con hojas de palmera estiradas al calor de una plancha bien caliente, pero colocadas entre telas para evitar que se estropeen. Se maceran, además, en azufre, mineral con el cual adquieren su color blanco perlado característico, y que además los protege del moho y los gusanos.

      Para las varillas del soporte se utiliza el bambú, material con el que los asiáticos hacen cualquier cosa. Se tensan en redondo y a lo largo para la armazón horizontal y vertical. Los aros pueden ser de entre 13 ó 16 piezas. El resultado viene a ser como una pirámide egipcia andante

        Es una obra maestra que auna la sencillez, la eficacia, la ligereza y la elegancia.  Sencillo porque se confecciona con unas cuantas hojas de latania secadas. Eficaz porque protege a un tiempo del sol y de la lluvia (es impermeable), lo que explica el éxito en los arrozales. Ligero porque es natural. Elegante y hasta poético... pues algunos sombreros llevan poemas escritos en su interior.

      Al hablar del sombrero vietnamita, poca gente sabe que ese tipo de sombrero es utilizado casi en su totalidad por mujeres, aunque en el centro y sur de Vietnam, se pueden ver hombres usándolo.

      Existe un sombrero vietnamita para hombre, también realizado en paja. Tiene una forma muy parecida al salacot. Es fácil verlo, sobre todo en el norte del país.

      Aunque  el uso del sombrero vietnamita,o non-la, ha quedado relegado al entorno rural y a la clase trabajadora, todavía en las grandes cuidades como Hanoi o Saigon, se ven gran cantidad de estos sombreros.

      Y es que...  Vietnam sin su sombrero cónico sería algo así como la City londinense sin su bombín, México sin su sombrero de ala ancha, o como el País Vasco sin su boina. Se trata casi de un símbolo patriótico. ¡El sombrero nacional de un país de arroz y de agua!.

domingo, 3 de junio de 2012

VENDEDORAS


    Las vendedoras ambulantes forman parte de la cultura vietnamita.  Están por todas partes , moviéndose con un balanceo hipnótico. Cimbreantes como juncos, mueven las caderas en una dirección, mientras lanzan los hombros hacia el lado contrario. La cabeza oscila de un lado a otro, con un vaivén similar al de las palomas al caminar.




 Un sombrero cónico de paja les cubre del sol y también les vela el rostro de ojos rasgados. Me subyuga la visión de su andar cansino, rítmico, acompasado...

   Estas mujeres escuálidas, con canastas colgando de largos palos de bambú, soportan pesos  increíbles desafiando las  más elementales leyes de la física y la resistencia. Resoplan bajo el sombrero, resoplan desde hace horas, desde hace siglos y aún les quedan muchos litros de aire por exhalar. En silencio, siempre en silencio. Pienso si no son ellas los únicos habitantes de Vietnam que no están empeñados en la guerra sin cuartel que todo el país libra contra el silencio.


      De vez en cuando plantan los cestos en la calle y se sientan, en esa posición que sólo los asiáticos pueden ostentar sin acabar con calambre en las piernas. Ofrecen sus mercancías y pretenden vender el contenido de los capachos: naranjas, plátanos, pescado, verduras  o trastos inservibles. Venden con poca convicción, con ese aire de pasar de todo, tan atípico en los vendedores vietnamitas.

   

 Con la pátina de sudores, atiborrados de sol, artríticos de lluvia, bañados en barro y en rocío, o en espuma de mar, y apestando a escamas, sus cestos tienen un aspecto tan cansado como ellas mismas.