domingo, 26 de febrero de 2012

LOS DVARAPALAS



      Dvarapala  es una palabra que proviene del sánscrito, significa "el guardián de la puerta" y tiene su origen en los dioses tutelares de la religiosidad popular.

       Su misión es apotropaica,  defienden y protegen el lugar. Pueden ser figuras humanas o demoníacas de aspecto temible. Dependiendo del tamaño y de la riqueza del lugar puede haber un solo dvarapala, aunque lo normal es que aparezcan dos, uno a cada lado de la puerta. También puede haber cuatro, son los guardianes de los puntos cardinales, o aparecer grupos más grandes, de 8 ó 12 dvarapalas.  Aparecen en los templos budistas e hinduístas, bien como relieves en las paredes, o como esculturas exentas. En Angkor, los dvarapalas más abundantes son los relieves, que aparecen a la entrada de templos, cellas, corredores e incluso en el mismo palacio real. Son figuras de hombres jóvenes armados con lanzas, mazas o tridentes, que dispuestos en nichos, rígidos y solemnes, protegen los lugares sagrados e importantes, de intrusiones malignas.
 
Dvarapala
Dvarapala
   

















   
  
  
   Llevan el pelo largo recogido en un moño que cubren con un gorro, generalmente cilíndrico, pero a veces el gorro no es cilíndrico, depende de la moda del momento. Tienen bigote y a veces barba, aunque barba y bigote también dependen del momento artístico. Rostros anchos y boca amplia de labios carnosos. Cejas arqueadas y unidas sobre la nariz. Ojos realzados con un profundo relieve. Hombros cuadrados y desnudos hasta la cintura con los pectorales bien marcados. Visten el típico sarong camboyano hasta las rodillas, otras veces visten un simple paño enrollado alrededor de la cintura, haciendo pasar un extremo entre las piernas, en algunos casos enseñan el ombligo y otras veces no. Aparecen siempre descalzos, con las piernas y los pies labrados bastante toscamente y enjoyados con diademas, brazaletes, collares y pesadas tobilleras.


 

      Dispuestos en los nichos, están colocados en posición de total frontalidad. Cuando solo hay una figura ésta aparece en actitud completamente hierática, mientras que cuando hay una pareja la figura de la derecha aparece generalmente en actitud benévola y la de la izquierda aparece en actitud amenazante. 
        Los dvarapalas, aunque son jóvenes guerreros,  se asemejan mucho  a las devatas, pero en Angkor son bastante  menos abundantes.

domingo, 19 de febrero de 2012

NAGAS

       Naga es una palabra que proviene del sánscrito, significa "serpiente", y aunque se aplica a todo tipo de serpientes, se refiere más concretamente a la cobra. En camboya, la serpiente no solo ha estado asociada al agua y sus beneficios, sino que simbólicamente es el guardián de la prosperidad y la riqueza. Por eso las nagas son una decoración común en los templos camboyanos. Son el espíritu guardián, protector contra las energías negativas. Según una antigua leyenda, las nagas habitaban un gran continente en el Océano Pacífico. El continente se hundió y restos de ese continente  son los países del sudeste asiático y los archipiélagos  de Indonesia y Australia. A las nagas del sudeste asiático se las representa con múltiples cabezas "serpiente multicéfala". Del mismo tronco salen un número impar de cabezas dispuestas en abanico, semejante a la hidra de la mitología griega. La naga rey tiene 9 cabezas, las demás 7 ó 5.  
Nagas



Nagas

 
Los números impares son símbolo de inmortalidad, de eternidad, de lo infinito. Las nagas son longevas, sabias y poderosas. Su mordedura es muy venenosa. Pueden escupir un veneno paralizante e incluso matar simplemente mirando a los ojos de sus víctimas. Como el basilisco en la Europa medieval. Aunque en su mayoría mantienen una actitud benéfica con  los humanos, algunas son muy violentas.
      El símbolo naga es muy importante para los camboyanos. Cuando Camboya fue anfitrión de la cumbre del GMS en 2002, eligieron a una  naga de siete cabezas como símbolo de la cultura khemer y la cooperación entre  países.
      Camboya vio surgir su primer gran reino con el nombre de Funan, de clara influencia india, en el siglo  de nuestra era. Se le atribuye la fundación a un joven brahmán indio llamado Kaundinya. Una noche soñó que un personaje divino  le ofrecía un arco y le invitaba a embarcarse hacia lejanas tierras. Al despertar, cuando fue a orar al templo, encontró allí un arco y recordando el sueño dejó su tierra y se embarcó hacia lejanas tierras.

Nagas
Nagas
Navegó  hasta el Océano Pacífico y cuando pisó tierra firme, se internó en la selva llegando a Funan, un lugar poblado por los míticos nagas,  "los hombres serpiente", que vivían allí desde los albores de la humanidad. Con el tiempo, el nagaraja, rey de esa poderosa tribu, mitad hombres mitad serpientes,  le entregó como esposa a su hija, la nagini  Soma. Kaundinya y la princesa soma tuvieron un hijo que fue el fundador de la primera dinastía funan, de la que descienden los khemer. En su recuerdo todos los reyes khemer tenían que perpetuar  ese pacto con las legendarias nagas, para ello se edificó el  palacio celestial, donde cada noche el rey subía a lo más alto y en el pabellón central, en la oscuridad de la habitación, se acostaba simbólicamente con la naga.
En Angkor, lo mismo que en todo el sudeste asiático, aparecen nagas protegiendo los edificios y monumentos más emblemáticos como puentes, palacios, estanques  y  templos. La cobra amenazante, con sus múltiples cabezas desplegadas, nos recibe en escaleras, barandillas, dinteles y balaustradas. Siempre con un carácter apotropaico, defensivo, y disuasorio. Actualmente no solo aparecen en templos y lugares importantes, sino en puertas y escaleras de los más humildes comercios. Es el símbolo de Camboya por antonomasia, todos los camboyanos creen descender de esos míticos hombres-serpiente.

domingo, 12 de febrero de 2012

MARIONETAS DE AGUA

MARIONETAS DE AGUA

       Los "mua-roi-nuoc" o "títeres danzantes sobre el agua" son una de las expresiones mas curiosas y emblemáticas de Vietnam.  Las marionetas de agua son un divertimento popular  y como tal, son la gente del pueblo, los campesinos, sus principales personajes, aunque pronto cautivaron a los miembros de la corte y lo que originalmente era un repertorio en el que se sucedían  escenas de la vida cotidiana en el campo, se enriqueció con leyendas e historias de los héroes nacionales y criaturas míticas como dragones, unicornios, el ave fénix o las tortugas.
       Durante la representación nunca faltan escenas de arrozales, no en vano su origen está en el delta del Río Rojo, entre los agricultores del arroz. Era una de las pocas formas de diversión y entretenimiento de las poblaciones rurales, donde por entretenimiento o devoción, los campesinos tallaban y manipulaban sus propios muñecos en los campos inundados desde hace cientos de años.
       En medio de un terreno inundado, metidas en el agua hasta las rodillas, dos mujeres se agachan e incorporan acompasadamente para sembrar arroz. A poca distancia, frente a una pagoda, una joven con una vara en la mano  dirige a un grupo de patos. Por último bajo una palmera solitaria, un chaval, se entretiene pescando con una artesanal nasa de bambú. Son escenas que se repiten a diario en los campos vietnamitas.
       Sin embargo aquí nada es real. El bello paisaje es en realidad una piscina de unos 4 metros cuadrados, la palmera y las espigas de arroz son de plástico y la pagoda, de cañas de bambú entrelazado. Los personajes han sido tallados en madera de higuera con el tronco y las piernas de una sola pieza y los brazos y la cabeza articulados. Están recubiertos con varias capas de laca para darles color y protegerlos de la  humedad. La vida de estos muñecos es muy corta y cada tres meses hay que renovarlos. 
       La piscina hace las veces de escenario y la pagoda es el perfecto telón de fondo tras el que se esconden los  hombres y  mujeres que metidos en el agua hasta la cintura, manejan las marionetas con genial maña y bastante fuerza, pues algunos miden casi un metro y superan los 15 kilos de peso. Lo hacen mediante largas pértigas  que van unidas a la base de los muñecos y que quedan sumergidas e invisibles durante la representación. 
       A un lado del escenario unos músicos,  con instrumentos musicales como el monocorde -con su alargada caja de resonancia y la única cuerda de la que toma el nombre- la flauta y otros más de percusión, ponen la banda sonora y la voz a los personajes.

       Las habilidades necesarias para manipular las marionetas de agua se mantenían en secreto y se transmitían solo de padres a hijos. A las hijas no se les decía nada por miedo a que se casaran con alguien de otro pueblo y desvelaran el secreto.

domingo, 5 de febrero de 2012

LOS ROSTROS DEL BAYON

En el centro de Angkor, en el corazón mismo de la ciudad khemer, levantó Jayavarman VII el Bayon, un enorme y enigmático complejo religioso para mayor gloria y esplendor de la ciudad, pero sobre todo buscando perpetuarse en el tiempo.
Torres del Bayom

       El Bayon, con sus torres formadas por cuatro arcos dirigidos hacia los cuatro puntos cardinales, es la expresión más sorprendente de la personalidad de Jayavarman VII, que se representó a sí mismo en cada uno de los cuatro lados de las 54 torres, rematadas todas ellas por la doble flor de loto.
       Son 54 torres con 216 gigantescas caras esculpidas, todas con la misma sonriente expresión, aunque ninguna es igual, ya que una misma cara está formada por varias piezas de piedra y cada pieza fue trabajada por una persona diferente.

  Obsesionado por la inmortalidad y en la cima de su poder, intuyendo que se acercaba el fin, intentó conjurarlo mediante una frenética actividad constructora que fue una de las principales causas del hundimiento de la civilización de Angkor.


Rostro del  Bayon
     
       Ególatra y narcisista, llenó Angkor con su efigie. Cientos y cientos de rostros decoran templos y monasterios, puentes, gopuranes, torres, muros… Todo se personalizó con el rostro del rey, caracterizado como bodhisattva.
       Un monarca ascético y sensual, filántropo y  tirano. Convencido de su esencia divina, deseoso de eternidad, intoxicado de poder y misticismo, con miedo al final y al olvido, llenó el Bayon con sus colosales rostros, en un ansia de perpetuación y glorificación, como no se había visto, ni se vería jamás, a lo largo de la historia.
       Se representó como señor misericordioso, protector, benevolente, preocupado por el bienestar de su pueblo. Se identificó con el bodhisattava Lokeshvara, el bodhisattva de la compasión. Pero las estatuas nos hablan de su fuerte carácter y de su compleja personalidad.
     
Torres del  Bayon
  Jayavarman VII, el más grande de los monarcas khemer, aparece siempre ataviado como un gran príncipe, con corona, diadema, pesados pendientes y collar en el cuello. Su frente alta indica inteligencia y su expresión autoritaria y absolutista apenas queda suavizada por su actitud meditabunda. Los labios carnosos revelan los muchos apetitos de un rey que vivió con igual intensidad espiritualidad y carnalidad, humildad y orgullo. Su boca, que esboza una ligera sonrisa, no transmite paz sino inquietud y desasosiego.
       Los ojos entornados ocultan su mirada, pero la luz al incidir en ellos, los devuelve a la vida, y por un instante, el soberano vuelve a reinar en Angkor.